“Seguiré a full con la motosierra”, dijo el pasado 26 de noviembre el presidente Javier Milei, proyectando su segundo año de gestión al frente del Ejecutivo nacional.
La incorrección, el desparpajo, la atomización de la oposición y el reseteo de sistema al que obligó el liderazgo disruptivo -por momentos fuera de toda racionalidad política- son algunos elementos que explican por el momento la competitiva apreciación que tiene la opinión pública sobre el Gobierno y la figura presidencial. Así lo exhibe en un variado arco de encuestadoras.
Retracción del Producto Bruto Interno (PBI) del 3,8% respecto 2023, disminución real de los salarios en un 16%, sangría de 261.000 puestos de trabajo registrado, el consumo de carne más bajo de los últimos 26 años… la enumeración negativa podría seguir.
Aquí quizás se alumbre la contradicción que habitamos: los índices rojos de producción y empleo conviven con una mejora de la evaluación de la gestión del Gobierno nacional y una renovada apuesta al rumbo económico-político inaugurado un año atrás.
Veamos algunos datos.
Para llevar a diapositivas la contradicción mencionada, puede articularse el último informe de CB Consultora, que preguntó cómo califica el trabajo del Gobierno nacional: un 52,3% aprueba mucho o algo, sobre un 46,5% que desaprueba algo o mucho, dejando un diferencial de +5,8 puntos.
El mismo informe indaga inmediatamente después en lo micro, en lo cotidiano de las percepciones: ¿la economía de su hogar mejoró o empeoró? La misma muestra (más de 1.500 casos en todo el país) arrojó que un 54,5% admitió que en lo personal está mucho o algo peor que un año atrás. El apoyo a Milei, en parte, implica un acto de fe y la admisión de que el sacrificio -aún- no dio resultados.
"La expectativa en general está sustentada en la vocación de cambio", dijo Federico Aurelio, titular de la consultora Aresco, otra de las firmas que relevó mejoras en la imagen y aprobación de gestión tanto en octubre como en noviembre.
Alternando entre la tristeza y la esperanza, como lo marca el informe de la Universidad de San Andrés, la grieta y la confrontación sin dialéctica superadora sigue configurando el tráfico de la política y la opinión pública (no nos vamos a detener en el trabajo más o menos eficaz que hace un relevante grupo de medios).
Siguiendo el relevamiento de satisfacción política y opinión pública de la UdeSA (confeccionado durante los últimos días de noviembre) se lee que la aprobación del Gobierno subió al 54%, contra una desaprobación del 44%. Nada más ni nada menos que una mejora de 8 puntos respecto a la medición de septiembre.
Milei surfea un nuevo pico de ola, luego del bajón que las mismas encuestas mostraron en el período abril-agosto. El dólar planchado y la sensación de que el drama de la inflación es dejado atrás mes a mes, son dos factores inestimables para la ecuación. Qué tan sustentable es tal estructura, es algo que se verá en 2025.
Otra consultora mediterránea, Zuban Córdoba, evidenció en su último reporte una evolución de la aprobación del Gobierno del 41,4% al 47,3% en noviembre (respecto a octubre). La desaprobación cayó proporcionalmente del 58,2% al 52,7%.
Promediando a trazo grueso, las consultoras muestran índices de aprobación de gestión e imagen presidencial muy similares a lo detentado al inicio de la administración, aquel 10 de diciembre cuando el “libertario” compartió complicidades con la exvicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, perfilada, según parece, para entrar en escena electoral durante 2025.
Violencia y corrupción
En un sondeo recientemente publicado, Opina Argentina auscultó un tema espinoso para la alianza gobernante: la corrupción.
A pesar de todo el despliegue mediático y vía redes sociales para pegar la figura de Edgadro Kueider con el kirchnerismo, el escándalo de la Triple Frontera salpica las huestes de Milei. El senador fue vital en la Cámara Alta para que Victoria Villarruel se vea obligada a desempatar: finalmente el paquete de Ley Bases, largamente discutido, fue aprobado.
¿Cuánta corrupción piensa que hay en el Gobierno de Javier Milei?, preguntó la consultora de Facundo Nejamkis. La mayor porción de la torta respondió "mucha" (42%). Si se suma a los entrevistados que respondieron "poca", la sensación de corrupción se estira al 64%.
Con una muestra de 1.728 casos (14 al 18 de noviembre) Opina Argentina disgregó lo recolectado: destacó que las mujeres, mayores de 55 y con mayor nivel educativo, mostraron las apreciaciones más críticas
Además, 80% de peronistas vs 17% de votantes de LLA perciben “mucha” corrupción.
¿La violencia en la discusión política, aumentó o disminuyó?, preguntó CB Consultora.
El 68,2% cree que la violencia aumentó mucho (44,4%) o algo (23,8%). Sin embargo, este eje no es relevante electoralmente, ya que la misma encuesta proyecta una intención de voto en 2025 muy cómoda para LLA (39,4%) seguido de lejos por el PJ K (18,5%).
Los resultados macroeconómicos, el sosiego inflacionario (luego del shock de diciembre, hay que decirlo) y la pax cambiaria -apoyada para muchos en un precio artificial del dólar- son pilares, sin dudas, de la buena expectativa y competitividad que conserva la fuerza de gobierno.
Lo adelantó el presidente: 2025 vendrá con motosierra recargada. A la luz de los números de opinión pública, no habría motivo para una reconfiguración del rumbo. Se verá.